-Oye Lin- Triztan terminaba de acomodar los libros que
habían sacado para poder hacer los deberes que Miguel les había encomendado
pero no estaba muy concentrado en su labor, había un asunto que llamaba su
atención y le gritaba a que mirara a otro lado de lo que hacía.
-Ese libro no va allí- Le aconsejó con esa tranquilidad que
se estaba ganando conforme su confianza crecía al estar en aquel lugar. Nunca
creyó que se acostumbraría tan rápido, pero al parecer se estaba subestimando
con creces. -¿Qué sucede?
-..Bueno. Tú madre es Whën ¿no?
-Yo la considero más como una tutora. La que más se comporta
como madre de todos es la reina Delailah... Pero no me quejó- Se encogió de
hombros mientras Triztan buscaba la forma de continuar el tema ya desviado
-Bueno… ¿Cómo está?- Lin dejo su tarea de acomodar los
libros en los diferentes estantes que Koorü le había aconsejado. Dejando caer
en seco su mano cansada por el trabajo y mirando a su compañero con cierta
melancolía que no podía ser escondida a pesar de la seriedad que portaba
-Aún no despierta. Cuando llego me dijeron que estaba en
estado grave y que era un milagro que siguiera viva, al parecer absorbió el
impacto con sus cristales que utilizo como escudo, pero no pudo reaccionar tan
rápido como para esquivar el ataque.
-….- Oh, quizá no había sido una buena elección de tema para
conversación. Piensa Triztan, piensa en que podía poner de buen humor a aquella
pelirroja que ahora intentaba entretenerse con la tapa de un libro – ¿Quieres
ir a dar una vuelta por la plaza?- No, allí había mucha gente y a Lin le
estresaba –Es decir al bosque...- No, allí no había nadie y podía verse
sospechoso. Oh rayos ¿Por qué era tan malo en pensar rápido?
-En realidad quería ver la nueva fuente que están construyendo
en la plaza de la colina.- Pero Lin no podía culparlo de intentar distraerse,
le daba algo de gracia la forma en que el rubio intentaba enmendar sus errores pero
no creía que fuera algo del otro mundo por lo que debiera estresarse. –Iré por
mis cosas. ¿Vas?
-¡Por supuesto!- Salvado, por el ingenio femenino.
-¿Aún no encuentran al culpable?- Delailah frunció el ceño
al escuchar las malas noticias que le proporcionaban, pensando que era por
incompetencia, pero intentando calmarse al ver que estaba asustando a sus
subordinados -¿Qué tienen hasta ahora?- Bien, al menos necesitaba algo, algo
que la distrajera de todas esas trabas que se le estaban metiendo a los tres y
que no parecían dar tregua o seña a amenguar.
-Sí, tenemos a 34 sospechosos su majestad- El soldado se pensó
dos veces el seguir hablando al notar que su reina se crispaba ante la cifra y
que ni así, tenían a un culpable -…Muchos de ellos afirman ser los que
cometieron la agresión, pero nos hemos topado con algunos principiantes que
simplemente se regodean de esas fechorías para resaltar e intentar armar una
revolución. La mayoría no son más que un puñado de gente que está en contra del
proyecto interracial e intentan alzar la voz a través de estos actos vandálicos,
tales como: robo, asalto a mano armada, desordenes en lugares públicos e
incluso daño a propiedad de algunos miembros del consejo-
-Por las propiedades no te molestes. Quiero que se centren
en aquellos “principiantes” que se muestren más burlones pero que den menos
detalles-
-¿Por qué? Si me permite opinar su majestad, no vale la pena perder nuestro
tiempo en ellos-
Por un momento a la reina de los espíritus le dio un tic
nervioso de solo recordar las palabras de Binzuru:
“Debe haber gente arrogante entre los
agresores. Gente que se atreva a venir en primera fila a ver lo que sus
acciones provocan pero que se rían en tu cara sin que te des cuenta”
-…¡SOLO HAZ LO QUE TE DIGO! ¡NO PODEMOS DESCARTAR A NADIE!-
Si, no admitiría que confiaba en el juicio de ese estúpido demonio en ocasiones
de emergencia. Pero no por eso estaba de acuerdo con el en todo, no. Aún creía
que Binzuru era una basura que no debía estar en el poder. –Brandon- Fue solo
cuestión de tiempo para que uno de aquellos guardias saliera de la formación y
se arrodillara justo en frente de su reina a modo de atención –Alista tus armas
y ponte la armadura de combate. Partiremos a hacer nuestra propia
investigación. Fausto tu encárgate de mi hermana, no dejes que nadie la visite
a menos que tenga identificación- El doctor a cargo se limito a asentir de
manera callada a la imperiosa voz que ahora portaba la furiosa gobernante de
aquel mundo.
Primero debía ir al consejo para informarles de lo que se le
acababa de decir a ella y lo que tenía planeado.
-Agh, esos viejos realmente son un fastidio- Gruño en voz
baja mientras su sirviente la seguía de cerca
-Eso es malo, su majestad. ¿Qué pasaría si alguno del
consejo la escucha?...Bueno, no creo que puedan hacerlo aún a cinco metros de
distancia- Comentó de manera distraída sin dejar de caminar a su lado.
Manteniendo el arma abajo y enfundada pero nunca dejando en ningún lugar su
lanza que servía para defender al reino y a quien portaba la corona.
-Brandon, necesito que vayas al gremio para revisar como se
encuentra la seguridad allá. Inspecciona los lugares más inseguros y…- Se notó
que le costaba trabajo decir lo demás –Si es necesario, coopera con los hombres
de Binzuru en caso de que estén montando guardia.
-Entendido. ¿Puedo disponer de más guardias de la corte en
caso de que el personal falte? O es necesario que estemos distribuidos
equitativamente…-
-No, adelante. No me importa si son más demonios, ángeles o
nosotros. Solo quiero que ese lugar este lo más seguro posible. ¿Entendido?-
-Fuerte y claro-
Ambos fueron por caminos separados para cumplir con sus
respectivas tareas. Brandon se encamino de inmediato a aquella ave que les
servía como transporte para el gremio, montándola de inmediato y esperando a
que despegara con sus plumas escamosas y su cola de pinchos que parecían los de
un dragón pequeño. No le llevo más de una hora llegar al lugar donde debía
hacer la inspección, comenzando de primera cuenta con la plaza que estaba en el
centro de los edificios de mármol. Deteniendose a preguntarle a uno que otro transeúnte
si la seguridad era buena o si había notado algo fuera de lo común a lo que todos
respondían lo mismo: No, aquí no ha pasado nada gracias al cielo.
Continuo con su exploración que lo iba guiando a lugares
menos poblados, anotando mentalmente que hacía falta más vigía desde la altura
y algunos que se pusieran en las entradas de la ciudad que apenas estaba siendo
salvo guardada por un muro que tardaría más de un año en estar listo.
-Hay muchas aberturas..- Susurró con cierto fastidio pero sin darse por vencido
en su labor, caminando a travez de esa pradera que lo llevaría a la segunda
plaza que estaba siendo construida en la colina y donde su inspección daría un
giro de 180 grados.
El grito ahogado de sorpresa y horror fue lo primero que llamo
su atención, observando primero a la chica que había gritado y sin demora
alguna, ya corría a intentar levantarla. Sin haberse dado cuenta de que había
otro chico de hebras doradas que veía con el mismo horror a la estructura
frente a ellos y fue entonces, fue entonces que Brandon perdió la calma y
serenidad que hasta el momento había conservado.
Frente a ellos se encontraba una “estatua” que brillaba con
la misma intensidad que un azulejo bien pulido, una estatua que no era de pieda
si no de pieles y plumas. Una estatua que no tenía otra pintura que no fuera la
sangre y una escultura…una escultura que estaba hecha con tres cuerpos.
Del lado derecho se encontraba un ángel con un ala
desprendida y la otra solo sosteniéndose por un hilo de carne que ya estaba tan
tiesa como el mármol; manteniendo una expresión de desesperación que había sido
congelada e inmortalizada en esa horrorosa obra. Del lado izquierdo se
encontraba un demonio con cuatro alas negras, cada una se veía rota y las
cuencas donde debían ir sus ojos estaban vacias, parecía gritar y mantenía la
misma expresión que su acompañante, pero lo que despertó el coraje ya inundado
en el, fue ver aquellas hebras verde azules caer como cascada por los brazos de
la pareja aterrorizada. Fue ver la expresión de Edrev con los ojos cerrados y
llorando, como si le hubieran congelado ese momento de shock en donde no
parecía saber que pasaba y su cuerpo..su cuerpo no estaba.
¡¿QUIÉN HABÍA OSADO HACER ESO?!
Esa era una pregunta que ya no podía hacerse esperar,
aquella era una declaración de guerra.
Y no para uno o para otro, era para los tres.
Y Brandon solo podía pensar en la ira que esa escultura iba a causar en los reyes que parecían en el borde del colapso.
Se avecinaban días oscuros. Se avecinaba una tormenta que no sabía si iría a ser larga o corta.